Terapia educativa cognitivo-conductual

Cómo ayudar a los niños a gestionar la pérdida

Erase una vez un niño que se sentía vacío, la tristeza lo invadía todo, cada rincón, cada lugar, cada momento. Ya no recurría a su imaginación o fantasía. No sabía, no podía. Su mundo se había roto en mil pedazos… ¿Qué le sucedía?, se preguntaba. ¿Cuento o realidad? ¿Ambas cosas? Esto puede ser el inicio de un relato o el principio de una historia.

Podría parece un espejismo, algo lejano o irreal, como si nada tuviera que ver con nuestro mundo más cercano, como si eso no pudiera sucedemos jamás, como si estuviéramos protegidos ante el dolor intenso que produce la muerte de un ser querido. Pero la verdad es bien diferente, todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido o sentiremos esa pena.

Muerte y pérdida. Son palabras que implican, para muchos de nosotros, temor, sufrimiento y tristeza.

¿Qué concepto tenemos los adultos sobre la muerte?, ¿Cómo la experimentamos y expresamos?.

Son muchos los padres que tienen dificultades para hablar de la muerte con sus hijos/as.

«A partir de los 6 años, los niños entienden que la muerte es algo irreparable y definitivo»

No saben o desconocen que los niños/as, a pesar de la diferencia de edad, son también conscientes de la pérdida de un ser querido. Para ello, debemos tener en cuenta su desarrollo evolutivo.

Este es crucial y se encuentra estrechamente relacionado con el desarrollo cognitivo, afectivo y social.

En general, podemos afirmar que antes de los 4 años, los niños no tienen una idea clara de lo que significa la muerte. A pesar de ello, no debemos negarla ni evitarla.

Más tarde, creen que es una separación reversible y temporal. Es a partir de los 6 años aproximadamente cuando entenderán que este hecho es irreparable y definitivo. El hecho de comprender la muerte y sus consecuencias no significa que estén preparados para afrontarla.

Señales que nos hablan de que el niño está sufriendo

El proceso de superación de una pérdida depende de muchos factores, tales como: la personalidad, el tipo de vínculo con la persona fallecida, el apoyo familiar, la autoestima, el autoconcepto, el estilo de afrontamiento, las creencias.

Muchos padres se preguntan ¿Cómo sabemos que nuestro hijo percibe esa pérdida?

«Rabia, tristeza, bajo rendimiento escolar, son reacciones normales de un niño ante la pérdida de un ser querido»

Cada uno de nosotros lo expresamos de maneras diferentes y los niños lo manifiestan a “su manera”. Este hecho deber ser tenido en cuenta ya que los niños expresan sus emociones y pensamientos de la única manera que saben, a través de sus conductas. Y éstas, a su vez, son el fiel reflejo de sus sentimientos.

Si observamos trastornos del sueño, alimenticios, regresiones, falta de atención, disminución del rendimiento escolar, aislamiento social, incluso una aparente insensibilidad o indiferencia son reacciones lógicas que implican emociones como tristeza, soledad, fatiga, enfado, rabia, impotencia, e incomprensión.

Para poner orden y coherencia a sus creencias, identificar y expresar adecuadamente sus emociones, así como para gestionarlas correctamente, los padres deben ser el principal soporte y apoyo para ellos.

La fantasía como vehículo para verbalizar lo inevitable

¿Cómo podemos sentimos más capaces y seguros a la vez que enseñamos a nuestros hijos a comprender y aceptar, de manera natural, este proceso?

Los niños/as son seres vulnerables, inexpertos, sensibles, afectivos y sociales entre muchos otros aspectos. Por lo tanto, necesitan del otro para aprender, interiorizar y desarrollarse. Pero no es lícito ni válido cualquier medio o método. Ellos necesitan crecer, entenderse a sí mismo y al mundo que les rodea desde la experimentación, el descubrimiento, la diversión, y la imaginación.

¿Qué herramienta y recurso responde a estas necesidades de la infancia? Junto al juego, los cuentos, constituyen un instrumento privilegiado de aprendizaje y de adquisición de habilidades que les ayudarán a formarse como personas emocionalmente equilibradas. En concreto, con respecto al tema que nos ocupa, ¿qué función tienen los cuentos?. Leer un cuento juntos, compartirlo, vivenciarlo ofrece una oportunidad única, efectiva y enriquecedora de acompañar a nuestros hijos en este doloroso proceso.

Una historia se puede convertir en el soporte que nos ayuda por una parte, a fomentar la comunicación y el diálogo entre todos, tan favorable para establecer relaciones afectivas sanas, así como a comprender y elaborar el duelo por parte de nuestros hijos y por que no, también del propio.

«Los cuentos enseñan estrategias para afrontar situaciones estresantes»

Los niños necesitan saber qué es lo que sucede a su alrededor y conocer qué sienten ellos. No existe una única fórmula que nos indique cómo vivirá el niño el duelo ya que es una experiencia subjetiva. Pero acompañarles a través de los cuentos les ayuda a vencer sus miedos, su incertidumbre. Los relatos guían el proceso de reelaborar y reestructurar de manera lúdica esta realidad dolorosa. Gracias a ellos adquiere sentido y coherencia la pérdida. Los cuentos posibilitan la enseñanza de estrategias y el aprendizaje de competencias para afrontar de manera adecuada situaciones “estresantes” y complejas como ésta. También ayudan a reflexionar sobre los pensamientos y sentimientos que están implicados, a ponerles nombre. Y todo ello, a partir de un lenguaje atractivo, lúdico, y sencillo para los niños.

Como hemos comentado anteriormente, los cuentos facilitan la interpretación realista y la asimilación natural y “saludable” de la muerte pero sin vosotros esto no será posible. Vuestra actitud y vuestro acompañamiento desde el cariño, la calidez, la seguridad, la sensibilidad, el respeto y la escucha activa como guías y orientadores conferirá a este proceso la reparación y la estabilidad que ellos tanto necesitan. Vosotros sois su sostén, sois su apoyo.

Para los que un día se fueron pero que siempre continuarán con nosotros

Beatriz gascón irún

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Beatriz Gascón Irún

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